Azuay es la provincia con el mayor porcentaje de agresiones por género “a lo largo de la vida”. SILENCIADAS ha registrado cuatro casos de femicidios ocurridos en esa zona.

María Gabriela León Peralta no imaginó que su nombre se convertiría en tendencia en redes sociales. La vida de la cuencana, de 33 años, transcurría entre su trabajo: abogada; y su familia: madre de dos niños (12 y 7); hija de Marisela y Edmundo; hermana de Edmundo y Xavier. Pero la tarde del 21 de agosto de 2020 la etiqueta #JusticiaParaGaby y el filtro “nací para ser libre, no asesinada” tiñó de morado los perfiles en Facebook, Twitter e Instagram… Su pareja, Juan Bernardo Ordóñez, la sumó a la estadística de femicidios en Ecuador.
***
Es sábado 14 de noviembre. Han pasado casi tres meses desde que la familia León despidió a la menor de sus hijas.
“Antes de la aparición de este sujeto, éramos felices”, dice su padre. Edmundo, de 67 años, siente culpa “porque no pude ver el fondo. (Ordóñez) Se mostraba pacífico, tranquilo, respetuoso. Mi hija era feliz”. Junto a él, en el patio de su casa, en Cuenca, se sientan sus dos hijos varones; y su nuera, Catalina Idrovo. El mayor, Edmundo, había advertido que Ordóñez era un peligro.
La información llegó de fuentes diferentes. Primero, una colega -al enterarse que Gabriela era su hermana- le indicó que ‘el jota’ (como se le conocía) estaba denunciado por su exposa por violencia. “Es un loco”, le alertó. León, que también es abogado, hizo una búsqueda en el sistema de justicia, confirmó que era cierto y se lo comentó a Gaby. Su compañera no fue la única que lo puso sobre aviso.
Conversó con dos amigos que lo conocían y no le dieron referencias buenas. Además de violento, tenía demandas por incumplir con la pensión alimenticia de sus hijos. “No sé en qué va a terminar esa relación”, se decía a sí mismo. Su temor también se sostenía en el testimonio de otra expareja de Ordóñez, con quien Edmundo pudo conversar. “Sacó una boleta de auxilio, porque les tenía amenazados de muerte a la familia y a ella. Le conté todo a mi hermana, le mandé capturas de pantalla”.
A pesar de los rumores, la relación entre Gaby y Juan Bernardo aparentaba ser normal. Al revisar sus redes sociales, todavía aparecen los mensajes de amor que públicamente se expresaban. “Ella estaba cerrada. Estaba enamorada”, se lamenta su papá.
Las limitaciones impuestas en el contexto de la pandemia afectaron la dinámica familiar, en donde Gabriela tenía un vínculo estrecho con sus padres. Su cuñada Catalina describe que, aunque no podían verse, estaban en contacto permanente; pero, de a poco, eso empezó a cambiar. “Ella dejó de conectarse. Una vez que le llamé, me dijo que lo que se decía de él era patrañas: ‘no te imaginas lo cariñoso que es conmigo. Si me hace algo, me voy a separar’”, le aseguró.
Patricia Reyes, psicóloga del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (CEPAM), explica que los agresores buscan el aislamiento de sus víctimas porque esto fortalece su influencia sobre ellas. En ese contexto, la violencia es el resultado de una relación de poder, que se sostiene en la intención de controlar a la otra persona.
“Antes de que él llegue, comíamos con ella, los planes en los fines de semana eran juntos. Vino ese señor y nos separó. Primero le separó del vínculo con las cuñadas, que era estrecho, íntimo; le separó de los hermanos… Dividió a la familia, nadie quería estar donde él estaba”, recuerda Edmundo, su padre.
Gabriela y Juan Bernardo empezaron su relación en febrero de 2020. En abril, los hermanos se enteraron de sus antecedentes. En julio, hubo un episodio violento, del cual se enteraron después de su muerte… Su hijo lo presenció. Su hijo también fue quien la encontró sin vida a eso de las 13:00 del 21 de agosto.
***
De acuerdo a la Encuesta de violencia contra las mujeres (INEC, 2019), Azuay es la provincia con el mayor porcentaje de agresiones por género “a lo largo de la vida”. Es decir, donde más del 79% de encuestadas experimentó por lo menos un hecho de “algún tipo de violencia en alguno de los distintos ámbitos a lo largo de su vida”.
Desde que se decretó el estado de emergencia el pasado 16 de marzo, SILENCIADAS ha registrado cuatro casos de femicidios ocurridos en esa zona del austro. El de Gabriela es el tercero.
“Nunca nos imaginamos que esta situación podía tocar de cerca en nuestro hogar”, reconoce Catalina. “A veces oímos en las noticias, leemos en la prensa, lo vemos lejano. Este desenlace no se vio venir”.
Gabriela era abogada, máster en Derecho Penal, trabajó en instituciones públicas y privadas, independiente económicamente. Juan Bernardo se mostraba como un profesional de la salud; sin embargo, no tiene títulos registrados en la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).
***
“Pensé que no era para tanto”, confesó el femicida el sábado 22 de agosto. Los resultados de la autopsia confirmaron que Gaby murió por estrangulamiento y sofocación.
El viernes 21 almorzaría con sus padres. Pero no pasó. “A las 11 de la mañana te paso viendo”, le escribió la noche anterior a su papá. Ese jueves él retiró de su departamento a uno de sus nietos, quien dormiría en su casa. “No vi nada raro. Me dijo, ‘papi, llámame al celular del jota, porque estoy sin batería’. Ahora asocio que le quitaba el celular, que le controlaba la comunicación”.
Viernes 21 de agosto. 11: 30 y no llegaba. 12: 30 Edmundo se inquietó. 12:45 llamó al departamento y le contestó su otro nieto, quien todavía estaba un poco dormido. Entonces devolvió la llamada a las 13:00. “Le dije que cómo es posible que la madre no me conteste”. Entonces fue al cuarto de Gaby. El grito: “¡Abuelo, ven, creo que el jota le ha matado!”.
El niño de 12 años intentó reanimar a su mamá con primeros auxilios. Entonces llegaron los abuelos… “Pensé que no estaba muerta. Le abracé y le dije: levántate, despiértate…”.
***
Bondadosa, solidaria, cariñosa, tierna, sencilla… Así recuerdan a Gaby. Pero, sobre todo, su familia acogió su memoria para acompañar a quienes gritan en contra de la violencia. “Haremos presión para que la voz de Gaby no se quede silenciada, no nos queda más que su legado para ayudar a las víctimas”.