“No tengo miedo, tengo rabia”

“No tengo miedo, tengo rabia”

2022 pasa a la historia como uno de los años más violentos con los cuerpos feminizados en Ecuador. Las feministas se declararon en movilización constante para exigir respuestas al Estado.

Micaela Medina Chicaiza/ @micaelamedinach

Fotos: Gianna Benalcázar - Silenciadas
Fotos: Gianna Benalcázar – Silenciadas

Una cobija de alpaca blanca con cuatro tigres grises en cada una de las esquinas se colgó sobre la Esfera de Movimientos Oscilantes, instalada en el icónico parque El Arbolito (centro de Quito). Parte de la estructura metálica blanca se cubrió con la tela en donde se leía en mayúsculas amarillas: “NO TENGO MIEDO, TENGO RABIA”. La cobija es similar a la que encontraron dentro de una funda negra el pasado 21 de septiembre en el Cerro Casitagua, en el norte de la capital, junto al cuerpo de María Belén Bernal. La abogada fue asesinada en la Escuela Superior de Policía, el 11 de septiembre. El sospechoso es su esposo, el teniente Germán Cáceres, ahora prófugo. La leyenda de la cobija y las cientos de personas que se congregaron el pasado sábado 1 de octubre a escala nacional son el reflejo de un hartazgo colectivo.

“Por María Belén, ¡nadie se cansa! ¡Nadie se cansa, nadie se cansa!”, gritaban las niñas, adolescentes, mujeres, ancianas y personas de las disidencias sexuales que participaron en la primera protesta que integra una movilización permanente hasta obtener una respuesta concreta por parte del Estado. La exigencia es que se garantice el derecho a una vida libre de violencias

Desde 2014, 2022 se califica, hasta el momento, como uno de los años más violentos con los cuerpos feminizados en Ecuador. Organizaciones de la sociedad civil registran, hasta el 3 de septiembre, 206 femicidios: 206 muertes violentas por razones de género. La cifra incluye seis transfemicidios, una realidad de la que se habla poco. Cada 28 horas una mujer es asesinada por el simple hecho de ser mujer. En 2020 ocurría cada 72 horas, en el 2021 cada 44 horas y, así, el tiempo cada vez se acorta.

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Tras el femicidio de Bernal, que implica a las fuerzas del orden, el Gobierno de Guillermo Lasso anunció el 27 de septiembre que “en los próximos días” firmará un decreto con un paquete de medidas para combatir la violencia de género. Hasta la publicación de este texto, no ha ocurrido. Dos días después de la oferta, la secretaria de Derechos Humanos, Paola Flores, junto al ministro y viceministra de Gobierno, aseguró que se creará una mesa técnica que diseñará, ejecutará y evaluará una política focalizada para prevenir y erradicar la violencia de género y el femicidio con la participación de las entidades competentes, las organizaciones sociales, organizaciones de pueblos y nacionalidades, con enfoque intercultural y pertinencia territorial. Sin embargo, Sinchi Gómez, integrante de Trenzando Feminismos, una de las organizadoras de la movilización señaló que no han sido convocadas y exigen mesas técnicas, no protocolarias, por lo que su reclamo se mantendrá hasta que el Gobierno incluya a las organizaciones en todo el país.

 

La rabia fue el sentimiento que dominó durante toda la movilización que arrancó por la Avenida Tarqui a las 11:30 de la mañana a la voz de “¡Alerta!, ¡alerta, alerta que camina la lucha feminista por América Latina!”. La protesta estuvo liderada por el bloque universitario feminista, que pide una educación feminista y no femicida; es decir, con enfoque de género y libre de violencia machista. También las madres, hermanas, hermanos de víctimas como Ivis Berríos, Valentina Cosíos, Nikita Soto, María Belén Bernal, Valeria Vargas, Cristina Belalcázar, portaban pancartas con fotografías y denunciaban la inacción de la justicia. ¿Cómo no sentir rabia cuándo te arrebatan a una hija y los culpables se cobijan en la impunidad? 

La rabia se fundió con la euforia y el baile, gracias a la Batucada Batumbá. Sus tambores resonaron como otra expresión de lucha. 

La primera parada de la movilización masiva fue la Fiscalía General del Estado (FGE). Rocío Rosero Garcés, integrante de la Coalición Nacional de Mujeres del Ecuador, se refirió a la impunidad que se cierne sobre los casos de femicidio. Por ejemplo, del total de 530 noticias del delito reportadas por la Fiscalía entre 2014 -año en que se tipificó el femicidio en Ecuador- y 2022, solamente se han dictado 231 sentencias. 218 recibieron sentencia condenatoria y 13 fueron declarados inocentes.

A eso de las 14:00, aproximadamente, la movilización llegó hasta el edificio de la Comandancia de la Policía Nacional, en la avenida Amazonas -el corazón comercial de la capital-. ¿Por qué? Porque el 11 de septiembre de 2022 María Belén Bernal ingresó a la Escuela Superior de la Policía Gral. Alberto Enríquez Gallo y no se supo de su paradero hasta el 21 de septiembre, cuando se encontró su cuerpo en una quebrada. Además de que el principal sospechoso del crimen es un policía, hubo otros varios policías que fueron testigos, escucharon los gritos de auxilio, pero nadie hizo nada. Como resultado, el femicidio de María Belén se suma a las más de 200 muertes violentas de mujeres en el país en lo que va del año. Además, su hijo, de 13 años, quedó en la orfandad. La Fundación ALDEA estima que aproximadamente 144 hijas e hijos han quedado en esa situación este 2022. 

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Según el Observatorio de Gasto Público, una iniciativa de Fundación Ciudadanía y Desarrollo (FCD), hasta agosto de este año la Secretaría de Derechos Humanos del Gobierno, responsable de la aplicación de la Ley Para Prevenir y Erradicar la Violencia de Género (LOEIV), solo ha ejecutado el 27.86 % de su presupuesto. Por lo tanto, la protesta que se extendió a otras 25 ciudades del país también pidió la destitución de Paola Flores, así como la reducción de los presupuestos destinados a la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas para que estos sean invertidos en la implementación de la LOEIV y en la capacitación en derechos humanos y prevención de violencia de género en todas las instituciones del Estado.

En los exteriores de la Comandancia de la Policía, las feministas pintaron con rosado sobre la Avenida Amazonas “VIVAS NOS QUEREMOS”. Cuando la pinta de la calle quedó lista, Sinchi Gómez, de Trenzando Feminismos, leyó el manifiesto firmado por más de setenta organizaciones y colectivas feministas, transfeministas y de derechos humanos. Allí se asegura que Ecuador es un Estado Feminicida y Transfeminicida. Además, se declaran en continua movilización masiva, radical y con la suficiente fuerza para sentar al Gobierno de Guillermo Lasso a un diálogo con soluciones.

Paradójicamente, cuando la indignación tomó fuerza y las manifestantes pintaron la puerta del edificio con manos rojas, se ubicó a policías mujeres como escudos al ingreso de la Comandancia como instrumento de protección y tratando -probablemente- de reforzar aquel dicho machista que asegura que “no hay peor enemigo de una mujer que otra mujer”. Desde ahí, escucharon los gritos de “¡chapas asesinos!” y observaron unos huevos estrellarse contra sus escudos y las paredes. Mientras, desde su cuenta oficial de Twitter se publicaba: “NO MÁS VIOLENCIA. Manifestarte es tu derecho, hazlo con respeto y empatía (…)”. 

 

Al concluir, tomó el micrófono Ruth Montenegro, madre de Valentina Cosíos, niña de once años que fue víctima de femicidio el 23 de junio de 2016 en la Unidad Educativa Global del Ecuador. Hasta el momento el autor material del crimen no ha sido castigado. Montenegro expresó sus resistencia en forma de canción, -Valentina amaba la música y tocaba la flauta traversa-. “Caminando firme y juntas, denunciando al patriarcado, con las cabezas en alto, las manos entrelazadas, restaurando el tejido que un día la violencia rompiera en mil pedazos. Aquí estamos las madres, las hermanas, las abuelas, primas tías y parientes y también las compañeras y nos vamos convocando hasta que un día sus muertes, no sea asunto de unas pocas, sino de toda la gente”, entonó. 

 

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El clamor de justicia no cesó durante las cinco horas que duró la movilización. Entre esas, Alejandra Berríos, hermana de Ivis Berríos, víctima de femicidio en mayo de 2019. Ivis fue asesinada por su esposo, César Leopoldo Vaca. Se trata de un caso más donde ni la Policía ni los operadores de justicia han actuado con celeridad. El femicida sigue libre y conviviendo con los dos hijos de Ivis, un menor de edad y otra que está por cumplir 18 años. 

Los sentimientos de vivir en un “Estado femicida” se describen en Canción sin miedo, que la Cantata Feminista interpretó el sábado. Varias de las asistentes al cantarla lloraban, miraban al cielo, alzaban su puño y gritaban: “¡JUSTICIA!”. Las familias de víctimas de femicidio, las niñas, mujeres, adultas mayores, personas trans no descansarán hasta que exista verdad, justicia y reparación para sus muertas. No descansarán hasta que el Estado responda de manera oportuna y se indigne tanto como se indigna cuando ve las fachadas pintadas. No descansarán hasta que el grito de «¡vivas nos queremos!» sea una realidad. Aquí nadie se cansa, por ti, por mí, por todas. 

El 3 de octubre, en su más reciente entrevista concedida a TC Televisión, el presidente Lasso insistió en la idea de demoler el Castillo de Grayskull -lugar donde asesinaron a María Belén-. Dijo que el objetivo es construir edificios con identidad de género.

Este 4 de octubre, Lasso se reunió con representantes de organizaciones de mujeres en el Palacio de Carondelet. En su intervención, se refirió a la violencia de género como la otra pandemia. El objetivo es trazar una hoja de ruta para enfrentar el fenómeno; sin embargo, las colectivas y organizaciones mantendrán la voz de alerta hasta que el discurso se traduzca en hechos concretos.